21 febrero 2006

La lengua invisible

La situación de las hablas tradicionales de Cantabria es muy precaria y conviene analizar algunos de los problemas internos que la acosan. El primero y quizás el más dañino es el desconocimiento general por la invisibilidad de la lengua. Está claro que si el uso de nuestras hablas fuera un hecho perfectamente observable para la mayoría de la población, la actitud ante la misma sería muy diferente. Por el contrario, la falta de presencia provoca que la postura más habitual sea, si no su negación, al menos su definición como lengua muerta.

Y la verdad, razones hay para ello. ¿Cuántas personas existen en Cantabria no ya que sean hablantes, sino simplemente que hayan estado en contacto con alguna de nuestras hablas tradicionales? Por supuesto que sigue siendo lengua de uso en múltiples ocasiones pero siempre entre una minoría dentro de Cantabria y en un entorno geográfico (generalmente zonas alejadas de los núcleos urbanos) y social (conversaciones familiares, nunca delante de extraños…) que le impide hacerse presente ante el resto de la población, lo que la degrada aún más. Sólo así se explica la desidia de autoridades y lingüistas. Sólo así que mientras se recuperen los mitos, los trajes, la música y las danzas tradicionales, el patrimonio lingüístico siga en el olvido.

Y así se va matando y van muriendo nuestras hablas. En breve el envejecimiento, el despoblamiento y la emigración les darán la puntilla.

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