29 octubre 2007

Dejamos de runfar

Abandonamos el sullar de la vecera. Echamos el marcu a un proyeutu que no campizó por problemas ténicos, de tiempu y sobre todo, las estadísticas que mostraban que onque muchos se mos arrimaban, pocos picaban en los ligatos para sentir los audios. Siguimos discurriendo que jaz falta una voz rosnona, peru asina no.

22 octubre 2007

Zarcea / Sarceda



Los llamatos morren lentu. Si apaecía que Zarcea se esmanaría ajuegá entre tanta Sarceda ujicial, el otru día mos alcontramos con estu. Quin entarajiló un paintball en Zarcea (o tempora o mores, un penbolu allá riba) le pusu... Zarcea. Extraña forma de caltenese un llamatu, peru muy güena. Los paisanos van más aprisa que la alministración. Un cartelucu vieju y roñosu y otru bien maju todo moernu y aparente. La iniciativa privau cerniendo el nuestru patrimoniu. Josús!!

15 octubre 2007

DesAlcuentros

Hace unos años el cántabru era aún más minoritario que ahora. Allá por el 2001 hablar de lingüística de Cantabria suponía ser un friki o un nacionalista; y la mayoría era ambas cosas a la vez. La vieja guardia del montañés estaba dormida tras años de clamar en el desierto y los únicos signos de debate aparecían en foros de internet o en escasas iniciativas individuales. La situación actual casi podría definirse como un surdimientu en comparación con aquellos años que quizás por ingenuo optimismo ahora me parecen oscuros.
Pero también eran años de grandes ilusiones en lo personal. Mucho tiempo, ganas y energías disponibles para dilapidar en algún labariento imposible y sobre todo, mucho palique con ese bastiano que hacía hervir la sangre con sus ideas. Eran días de charlas interminables sobre el cántabru presididas muchas veces por el vino barato y arropadas siempre por una inmensa amistad. Subiendo y bajando por la Alameda siempre sin saber cómo acabar la conversación, o buscando un minuto a solas para no aburrir al resto de la gente, se fraguaron miles de planes, cientos de propuestas y alguna realidad.
Como Alcuentros, una revista en la que publicar estudios serios sobre lingüística de Cantabria. Teníamos los conocimientos y los contactos suficientes para hacerlo, y lo hicimos.
Empezamos con números complicadísimos en la forma y dispersos en el contenido, pero poco a poco fuimos mejorando la calidad del formato. Con una difusión muy discreta y unos costes reducidísimos empezamos a llegar cada vez a más gente con la ayuda exclusiva de la Red. Años de esfuerzo, dinero perdido, desilusiones y recompensas escasas, pero siempre con esa alma de proyecto loco y compartido fraguado en horas de palique.
Esa alma fue perdiéndose: la vida fue dejando cada vez menos hueco para la fantasía y la realidad se impuso avasallando con sus obligaciones. Del bar al teléfono, del teléfono a internet y de internet
Es muy posible que no salgan más números de Alcuentros, que ahora malvive en la Red perdida en una dirección gratuita como ese anciano que nadie reclama y es acogido en un hospicio de la caridad. Sus artículos, algunos de indudable valor, ya tienen vida propia y circulan sin el patronazgo que siempre brinda una revista.
Nadie la echará de menos; ni tan siquiera yo, abonado a lo irremediable. La melancolía la reservo para el bastiano, sus geniales ideas y su compañía insuperable.

09 octubre 2007

32 años dimpués...

La estatua de Franco se retirará en mayo de 2008

¿Y abora ondi dirá el cuchu las palomas?

Por apurrir daque ideas, sedría guenu que pinaran una estatua con la que pudieran identificase todos los sananderinos. ¿Qué tal alcordase de la decensa por caltener las sus libertades en el siglu XV? Cuando el rey Enrique IV jue a devolver favores al Marqués de Santillana, le entregó la ciudá de Santander que siempre estuvo baju realengu. Barruntando que perdían los sus drechos ante un señor feudal los sananderinos se levantarin y derrotarin a las tropas del marqués que no juerin pa aplicar por la juerza la real orden. Al final el rey revocó la decisión, caltuvo las libertades de Sanander y le dió el títulu de muy noble y muy leal que tuvía apaez en el su escudu.
Mejor que Franco, ya sedrá

01 octubre 2007

Alcontrar la unidá

Mos icía Serrón en el debate alreor de la carta a un inorante de esta bitácora que la declaración del BIC sedría un pasu chicucu para el labarientu que tenemos entre las manos. Una custión interesante asgaya porque esta iniciativa supón un mínimu y bien luegu habrá de echase el marcu para la su superación. ¿Val la pena gastar abora inteligencias y cuicía para un caminu tan curtu? ¿no bría de intentase una figura jurídica más ambiciosa?
La rispuesta que mosotros mos damos es que sí, merez la pena. Primeru porque el BIC no tien un recorridu tan curtu comu apaece a la primer vista. Desisten mecanismos suficientes para entarajilar un conceju permanente que costodie el caltenimientu de este patrimoniu y que puei ser el escomienzu de muchas otras iniciativas. Y sigundu, porque los beneficios del BIC se allegan bien lejos del nuevu estatus jurídicu.
Porque la iniciativa del BIC está convirtiéndose en un trapo, una bandera. Es un puntu de alcuentru de todos jirmando ajuntaos por decender un bien común. Una petición cincilla y razonable, coherente y justa que está acurriando apeas dendi diferentes visuales ideológicas y sociales, echando la solera de una movición más amplia y alcontrando casi una utopía en la nuestra tierra: unidá.
Por esu abora tamién siguimos bierrando: MOS ALAMPAMOS POR IN BIC