23 agosto 2007

Carta a un ignorante

No se puede pedir a nadie que sepa de todo. En un mundo como el actual en el que se multiplican los conocimientos y la ciencia y la tecnología avanzan a pasos agigantados, es imposible abarcar todas las materias que rodean nuestra vida diaria. Así no es difícil encontrar a quien siendo un experto en catedrales góticas no acierta a cambiar la rueda de un coche o quien dominando la informática apenas sabe quién es Adolfo Suárez.
Sin embargo en Cantabria contamos con una persona que sabe de todo y además alardea de ello en público: nuestro presidente regional. Un presidente que lo mismo habla de historia en el Senado, que del efecto del consumo de alcohol en la inauguración de una fiesta o del trabajo de los meteorólogos en una prueba deportiva. Unos comentarios siempre bien difundidos que nos dejan sorprendidos en muchas ocasiones, pero que cuando afectan a un tema que nos es conocido en unas ocasiones nos sonrojan por su inexactitud y en otras simplemente nos avergüenzan por su falsedad.
Todo esto a cuento de unas recientes declaraciones de Miguel Ángel Revilla en las que decía que “el idioma cántabro no existe, es castellano mal hablado” “aquí lo único que se hace es cambiar la O por la U y la H por la J”.
Unas declaraciones que a muchos les habrán pasado desapercibidas y a otros tantos les habrán parecido incluso acertadas, pero que lo único que hacen es mostrar una ignorancia supina en materia lingüística.
Ojo, no por decir que el idioma cántabro no existe. El considerar que nuestro patrimonio lingüístico autóctono es un idioma, una lengua, un dialecto o un habla es una cuestión social y política opinable y cada cual según su posicionamiento ideológico adoptará una postura. Del mismo modo que es opinable si ese patrimonio debe ser protegido y promovido o simplemente debe languidecer hasta su más que probable muerte.
Lo que es innegable es que en Cantabria no hay un castellano mal hablado (se habla uno bastante correcto y estándar) y lo que existen en algunos de nuestros valles son variedades lingüísticas diferentes del castellano fruto de una evolución específica del latín emparentada con el asturleonés. Así lo han estudiado filólogos desde Menéndez Pidal hasta Ralph Penny (autor de dos imprescindibles obras sobre el valle del Pas y de Tudanca) y así ha encontrado su hueco en la literatura de autores como Pereda, Sierra Pando, Cubría o Manuel Llano.
Pero lo más increíble de todo el asunto es analizar a la persona que hace esas declaraciones ¿En qué hablaba Revilla hasta los diez años en Polaciones? ¿Por qué dice en Asturias que el les entiende muy bien porque en su valle se habla parecido? ¿Por qué un consejero de su partido financia diccionarios de castellano mal hablado? ¿Por qué admite que las juventudes del PRC financien concursos de relatos escritos en mal castellano?
Quizás la respuesta esté en un miedo atroz a ser tachado de nacionalista… cántabro. Se pueden defender las albarcas, los trajes regionales, la música folclórica, la arquitectura típica; pero las palabras… Para los que solo ven política en cada rincón de su vida no pueden permitir más que una lengua que defina lealtades. Porque donde Revilla y muchos otros ven votos, estatutos y política, muchos vemos simplemente palabras que amamos. El día que mueran, morirá con ellas un mundo original y peculiar que sonó durante siglos en nuestra tierra.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por el artículo. Es hora de que entre todos le cerremos la boca a este ignorante.
¿No sería un buen momento para que las organizaciones en defensa de nuestro patrimonio lingúistico unan sus esfuerzos en un comunicado público a los medios de comunicacion?

Unknown dijo...

"Se pueden defender las albarcas, los trajes regionales, la música folclórica, la arquitectura típica; pero las palabras… Para los que solo ven política en cada rincón de su vida no pueden permitir más que una lengua que defina lealtades. Porque donde Revilla y muchos otros ven votos, estatutos y política, muchos vemos simplemente palabras que amamos. El día que mueran, morirá con ellas un mundo original y peculiar que sonó durante siglos en nuestra tierra"

...canela fina...
sobre todo pa un "castellano mal hablado" como tú jejeje

Unknown dijo...

Pequeño ejercicio de revisión histórica. ¿Defiende Revilla a Cantabria como tanto le gusta cacarear?
- Desde 1995. Máximo responsable de la Comisión de Urbanismo y Presidente de Cantabria en el periodo de mayor destrucción urbanística y del patrimonio arquitectónico cántabro.
- Sin posibilidad de datación. Declaraciones de subordinación de sentirse cántabro a sentirse español.
- Desde 1995. Promoción de la Cantabria de postal (romería,...) vs. la potenciación de una Cantabria real.

El etcétera sería largo. El tema de las lenguas, idiomas, dialectos,formas de expresión,... en Cantabria lo criminalizó hace tiempo.

Anónimo dijo...

Yo creo que como bien se apunta, tiene un miedo atroz a ser tachado de nacionalista, principalmente por la merma de votos que esto supondría a su partido, esa es la clave y no se debiera dar más vueltas al asunto.
El Adic ha tenido muchos hijos y de manera exitosa es el Prc el que mejor les ha salido. Quizás si no tuviera un secretario general tan folclórico no hubiese calado tanto entre la gente de Cantabria.

Anónimo dijo...

Estoy del todo acuerdo contigo. Es indignante que el partido regionalista carezca de alguien que le ponga los puntos sobre las ies a su lider, porque estoy convencido de que los mejores resultados electorales de la historia del PRC se deben a un cantabrismo (defensa de la identidad regional, no nacionalismo) creciente, aparte de alguna dósis de populismo, como son estos desafortunados comentarios sobre el patrimonio lingüístico de Cantabria.

Creo que las personas que conocemos y valoramos ese patrimonio debemos luchar para que se respete antes de que Cantabria se convierta en una inmensa urbanización sin identidad más que la de los turistas que vienen.

Anónimo dijo...

Qué manía con la identidad... Si seguimos por este camino, por el del patrimonio colectivo, acabaremos consiguiendo, en el mejor de los casos, su declaración BIC, o lo que es igual, musealizarlo y fosilizarlo.

En mi opinión, deberíamos dar un paso adelante y apelar a los derechos del individuo: los hablantes de una lengua reconocida por la UNESCO no cuentan con derechos lingüísticos en Cantabria.

Nada tenemos: no estamos obligados a luchar por la mejor de las peores opciones posibles. ¿Por qué conformarnos?

Serrón
www.elrobledaldetodos.blogspot.com

Unknown dijo...

Serrón ¿qué opciones propones en referencia a la defensa de esos derechos? quiero decir, la opción del BIC parece la más "fácil", en el sentido de la más ortodoxa... pero ¿hablas de una concienciación social más subjetiva?

veceru dijo...

Hola serrón
Muy interesante tu aportación. Un par de apuntes
1. Completamente de acuerdo en hablar de derechos individuales y en no obsesionarse con la identidad colectiva.
2. No comparto tu opinión sobre la fosilización que podría suponer un BIC. Las lenguas son elementos culturales vivos y como tales, cualquier análisis, estudio o normalización suponen crear una foto fija que no representa realmente a esa realidad cambiante (igual que una foto no representa a un paisaje). Pero eso no significa que queden inhabilitados: sería como renunciar a la existencia de diccionarios y gramáticas porque podrían anquilosar una lengua. El castellano no deja de vivir y se estanca por mucho que se escriba sobre él. La fosilización no es consecuencia de conseguir un BIC o exponer nuestras hablas en los museos (cosa en mi opinión urgentísima y muy necesaria) sino de su propia dinámica social. Entiendo que puede parecer pobre este paso, pero la situación actual es la que es y poner el listón más alto es construir castillos en el aire.
Saludos

Anónimo dijo...

Muy bien por el robledal de todos, pero para ser consecuente deberias llamar a ese robledal, cagigal.

¿La lengua montañesa está reconocida por la UNESCO? Si fuese asi sería buena noticia

Serrón dijo...

Hola a todos, de nuevo.

Antes de nada quisiera advertir que cuando firmo como serrón tiendo a adoptar una postura maximalista, seguramente excesiva. A pesar de las palabras, estamos todos más cerca de lo que imaginamos.

Respondiendo un poco en términos generales: La declaración BIC no es un fin en sí misma; tampoco un paso intermedio. Más bien se trata de un "false friend".

¿Realmente queremos que el cántabru quede recluido en un museo? Mejor que transpire y lo masquen como chicle en las escuelas, tal y como se ha logrado hace poco en la montaña leonesa.

La vitalidad de la lengua sólo se logra desde la cooficialidad. No nos tiene que asustar. Y a ella se llega potenciando, amén del aparato normativo, el flanco de los derechos lingüísticos del individuo. ¿La ley los ampara? Sí, pero no la de Patrimonio Cultural de Cantabria.

Porque, creemos que el cántabru existe o no? y si existe, queremos que exista o no?

Un saludo a todos,

serrón

Serrón dijo...

Voy a hacerme un par de puntualizaciones a mí mismo:

Por cooficialidad entiendo el reconocimiento legal del cántabro vía estatutaria, aprovechando que en breve se abrirá el debate sobre la reforma del Estatuto de Autonomía de Cantabria.

Por supuesto, la cooficialidad es el horizonte de futuro más ambicioso al que podemos aspirar. Insisto, cuando firmo como serrón me da por picar alto. Entiendo que dentro del estatuto caben otras muchas alternativas. Vid. ejemplo asturiano y, sobre todo, leonés.

No creo improductivo abrir un nuevo frente, el estatutario, que discurra en paralelo a la declaración BIC. Da un poco más de miedo, pero debemos intentarlo, o al menos contemplarlo como posibilidad.

Como dice el refrán: no vamos a dejar de sembrar por miedo a los gorriones.

E insisto una vez más: el reconocimiento legal del cántabro como realidad lingüística viene de la mano de los derechos lingüísticos del individuo, que es el punto de todo este asunto que más me interesa.

Un saludo,

serrón

veceru dijo...

Interesante debate
Sigo sin ver la relación BIC-museización-fosilización. Un BIC no implica museizar ni aparecer en un museo implica fosilizar. Sería como achacar la desaparición de los urogallos de Cantabria a que están presentes en el Museo de la Naturaleza de Carrejo y no a la caza furtiva y la desaparición de su hábitat. Si se fosilizan nuestras hablas será por razones completamente alejadas de la normativa legal que las ampare. Además, la diferencia entre BIC, ley de protección de lenguas (como en Asturias y Aragón) y cooficialidad me parece más de grado que de fondo.
Sí, el BIC es un mínimo y además de muy dudosa efectividad, pero creo que esa es su ventaja. Llevamos años discutiendo sobre cómo será el tejado de la casa, si de pizarra o de teja, y perdiendo el tiempo en la pelea no hemos echado ni los cimientos. Hablar ahora de cooficialidad es restar apoyos para esos cimientos mínimos que debemos conseguir. Cuando hayamos alcanzado el paso 1, podremos ir a por el 2 y después a por el 3 y así poco a poco.
Un placer verte serrando por estos montes

Serrón dijo...

No te falta razón: la declaración BIC no es sinónimo de musealización / fosilización, al menos en sentido estricto. El BIC no es la causa, por supuesto, pero sí un síntoma.

Que el cántabru (a mí tampoco me gusta esta denominación, pero estoy intentando acostumbrarme) agoniza, sí. Que el BIC vendría a satisfacer todas las necesidades del cántabru entendido como lengua (todavía) viva, no, en absoluto. Que el BIC es un paso intermedio en el camino hacia su reconocimiento pleno, quizá, pero siempre que evitemos instalarnos en su cosificación. No obstante, corremos el riesgo de caer en una seria contradicción: la cosificación es precisamente lo que el BIC promueve; recordad que el cántabru como patrimonio cultural se encuentra al mismo nivel que los aperos de labranza.

La vecera: “si se fosilizan nuestras hablas será por razones completamente alejadas de la normativa legal que las ampare”. Quizá no sea del todo cierto.
Sin normativa el cántabru está condenado a morir, es innegable, pero tampoco vamos a caer en falsos silogismos: la aplicación de una normativa incorrecta, es decir, que no se ajuste a la realidad, tampoco asegura su continuidad futura.

Me explico: entre BIC o nada, me quedo con BIC, claro. Pero no a toda costa. No es la panacea. Es más, entre BIC o reconocimiento legal vía estatutaria, me quedo con esta última.

La inclusión del cántabru en el estatuto reformado permitiría avanzar en la gestión efectiva de la lengua, dando lugar a herramientas vitales, como por ejemplo una ley de uso y promoción equivalente a la desarrollada en la vecina Asturias.

Todos los parasoles y cubrecamas contemplados en la ley de patrimonio cultural se pueden abordar desde el estatuto, pero con una diferencia clave: que en el estatuto se debe apelar a los derechos lingüísticos del individuo y no tanto a esencialismos del pueblo cántabro (y aquí me he echado encima a la mitad de tus lectores).

En mi opinión, el futuro del cántabru pasa por la defensa no tanto del patrimonio lingüístico de Cantabria, sino de los derechos lingüísticos de sus ciudadanos.

En cualquier caso, y esto es clave, la confrontación dialéctica no me impide ver los aciertos que a buen seguro traerá consigo la declaración BIC. La propuesta de abrir un nuevo frente es simplemente una opción que tiene por objetivo señalar un horizonte de futuro alternativo y, en mi opinión, más acorde a las necesidades reales de una lengua.

Un saludo a todos y un abrazo fuerte al vecero, su compañera de vez (felicidades) y al pequeño jedai.

Anónimo dijo...

Entrevista a Molleda en El Alerta:

http://musgosu.wordpress.com/2007/09/09/no-hay-que-tener-miedo/