02 mayo 2013

En paz

Hay una teoría sobre la situación lingüística en Cantabria que me gusta especialmente. Resumiéndola vendría a decir que existen tres códigos lingüísticos que de alguna forma conviven, o convivían, entremezclados. Uno sería el castellano estándar, utilizado en medios de comunicación, educación, etc. Otro sería el castellano dialectal, el que es de uso diario en esta tierra, con sus variaciones gramaticales y léxicas que le alejan del modelo estándar, plagado de influencias e interferencias en mayor o menor grado del tercer código. Que sería el montañés o cántabru o las hablas locales: un código con gran capacidad expresiva, estructura y lógica propias, vivo en algunos lugares pero sujeto a una fuerte diglosia y una degradación progresiva por su falta de modernización.


No digo que me guste porque crea en su veracidad científica o porque tenga pruebas de su idoneidad. Sino porque encajan con mi experiencia personal. Me permiten identificar en qué me educaron en casa, en la escuela, en qué hablo yo, en qué escribo, en qué escriben, en qué hablan. Me tranquiliza, me sosiega en la búsqueda de mi identidad lingüística.

Estoy en paz.

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