Un hospital no es nunca un sitiu al que apetez dir. Si amás vas a ver tronzaucu por la vida a quin un día amiraste, es tuvía más difícil. Nació en Caloca, creo qué. Tuvo hermanos asgaya y una vida dura hasta que aseló en el valle. Siempre escuché las sus historias bien atentu: la de aquél que morrió de un morrillazu estando sentáu al par de él, la del jorate que caminaba por incima la presa, la de cúmu replantearin la carretera de Vejo... Años dimpués descubrí que el solo llevaba el teodolitu, pero el mitu ya estaba creáu.
En la otra cama de la habitación aspera una sorpresa: un carmuniegu con la sesera y la piqueta sanas dando palique a la parroquia. Y paliquean de los Perros, del Randa, de Sidoro el probe... Y de aquel que trispuso a Australia y golvió traspapelau. Por primera vez dendi que llegué, sonreí.
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