15 octubre 2007

DesAlcuentros

Hace unos años el cántabru era aún más minoritario que ahora. Allá por el 2001 hablar de lingüística de Cantabria suponía ser un friki o un nacionalista; y la mayoría era ambas cosas a la vez. La vieja guardia del montañés estaba dormida tras años de clamar en el desierto y los únicos signos de debate aparecían en foros de internet o en escasas iniciativas individuales. La situación actual casi podría definirse como un surdimientu en comparación con aquellos años que quizás por ingenuo optimismo ahora me parecen oscuros.
Pero también eran años de grandes ilusiones en lo personal. Mucho tiempo, ganas y energías disponibles para dilapidar en algún labariento imposible y sobre todo, mucho palique con ese bastiano que hacía hervir la sangre con sus ideas. Eran días de charlas interminables sobre el cántabru presididas muchas veces por el vino barato y arropadas siempre por una inmensa amistad. Subiendo y bajando por la Alameda siempre sin saber cómo acabar la conversación, o buscando un minuto a solas para no aburrir al resto de la gente, se fraguaron miles de planes, cientos de propuestas y alguna realidad.
Como Alcuentros, una revista en la que publicar estudios serios sobre lingüística de Cantabria. Teníamos los conocimientos y los contactos suficientes para hacerlo, y lo hicimos.
Empezamos con números complicadísimos en la forma y dispersos en el contenido, pero poco a poco fuimos mejorando la calidad del formato. Con una difusión muy discreta y unos costes reducidísimos empezamos a llegar cada vez a más gente con la ayuda exclusiva de la Red. Años de esfuerzo, dinero perdido, desilusiones y recompensas escasas, pero siempre con esa alma de proyecto loco y compartido fraguado en horas de palique.
Esa alma fue perdiéndose: la vida fue dejando cada vez menos hueco para la fantasía y la realidad se impuso avasallando con sus obligaciones. Del bar al teléfono, del teléfono a internet y de internet
Es muy posible que no salgan más números de Alcuentros, que ahora malvive en la Red perdida en una dirección gratuita como ese anciano que nadie reclama y es acogido en un hospicio de la caridad. Sus artículos, algunos de indudable valor, ya tienen vida propia y circulan sin el patronazgo que siempre brinda una revista.
Nadie la echará de menos; ni tan siquiera yo, abonado a lo irremediable. La melancolía la reservo para el bastiano, sus geniales ideas y su compañía insuperable.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sedrá una pérdida si Alcuentros pierdisé. Ta claru que nairi en ciertus "circulus" jipiaba´l esperimentu con güenus ojus. Acabosi el financiamientu, acabosi l´aventura...

Serrón dijo...

Qu´Alcuentros alcuéntrese (perdón pola redundancia) nel cuérragu (al menos pol momentu) no tien náa que veer cona falta de financiación públicu, ni por asomu.

N´Alcuentros nunca dependimos de dineru ajenu a nós. Ciertu es que pidimos una ayuda a Cultura, peru dientru d´una convocatoria a la que tol mundu tien accesu, por tantu, lígrimu.

Amás, el pocu dineru que mos dierin lo invertimos n´editar unos papelucos volanderos de los que naide s´alcuerda, peru que tuvía hoy puein consultase, pinto´l casu, enas bibliotecas de las universidaes de Madrí; es icir, la página web, que es lu más cunucíu, nunca se caltuvo col dineru de Cultura.

Si la página web no desisti ena autualidá es porque las tres personas qu´andábamos nel labarientu no somos pa sacar despaciu y metemos col prósimu númberu. Nostante, quisiera creer qu´está por allegar la sigunda época d´Alcuentros.

Un saludu a toos y n´especial al veceru,

Bastianu